lunes, 6 de septiembre de 2010

Hablando con animales

Hablando "con", sí, sí. Nooo, no "de". En serio, sé lo que digo (por una vez en mi vida).

Nunca había notado que tengo cierta tendencia a hablar con los animales, más que nada porque todo el mundo lo hace (aunque luego lo niegue y lo oculte). Si no, ¿de dónde viene la mítica frase de "por qué hablamos a los niños y a los animales como si fueran retrasados"? Y es verdad, lo hacemos. Pero no es eso lo que yo pretendo contar.

Cuando era pequeña, de camino al colegio, yo llevaba siempre la misma ruta con mi madre. En aquella ruta había varias paradas, entre ellas, saludar a los pollitos de la tienda de animales y luego a los perros enormes blancos (siempre he querido tener uno de esos *-*). Un día, ingenua de mí, le conté este detalle a Laura, lo que desencadenó un ataque de risa por su parte y un trauma para mí: "¡A esos pollitos se los comen!". ¿Cómo se los van a comer?, me preguntaba yo. Están en la tienda de animales, son para que la gente los adopte. Siempre había creído eso y nunca me lo había vuelto a plantear hasta que Laura decidió sacarme de mi error violentamente de a mi tierna edad de... cerca ya de los 18 :D

Otra de las cosas que me dijo Laura (maldita seas, Ti) fue que yo era igualita a Kylian (quien no sepa quién es Kylian, que se joda). Que no era original en absoluto, que ella era como yo de pequeña. Y de mayor la verdad es que también.

Eso me traumatizó bastante. Vamos a ver, ¿tan mal estoy? ¿Tan poco cuerda? Lo negué todo ante Laura y decidí no volver a pensar en el traumático tema.

Hasta que el otro día, en el pueblo ese de la entrada anterior, fui a ruta a caballo con mi hermana. Antes de darme cuenta, estaba manteniendo una conversación de lo más profunda con el caballito: "No, no, no. Nada de pararte a comer, me da igual, ¡y no me vengas con que Fulanito lo hace! Aquí se hace lo que yo diga". Fijaos qué charla, cuando la mayoría de la gente como mucho les dice "buen chico" y a correr, que para algo son caballos y no animales con capacidad para hablar.

Las risas de mi hermana, que iba delante de mí, me sacaron de mi charla y me llevaron a una especie de trance. Repito que maldita seas, Laura, porque tenías razón. Anoche te lo confirmé por teléfono y ahora lo hago público: estoy loca, irremediablemente loca. Tal vez deba aconsejaros que no os acerquéis demasiado, que a lo mejor me pongo violenta y todo. A saber. Sé que estoy loca. No sé cuánto. Aunque sospecho que mucho.

La cosa es que esta semana o la que viene me darán a mi gatita. Y mientras iba a caballo, empecé a preocuparme por ella (y aún no la he achuchado nunca, fijaos qué mona soy preocupándome por ella *-*) porque si esas charlas ya las tengo con el caballo que acabo de conocer, ¿qué hablaré con ella cuando ya lleve un mes en mi casa? ¿La hablaré como si fuera retrasada? O peor, ¿la hablaré como si creyera que entiende lo que le digo, que tiene opiniones al respecto y que de algún modo, me las hará saber? Lo cierto es que yo estoy emocionadísima con su llegada, estoy deseando compartir con ella mi visión del sentido de la vida.

Y todo esto comenzó en el camino al colegio. Lo que ha hecho mi madre de mí sin darse cuenta. Si ella supiera...

1 comentario:

Laura dijo...

Me mofo muuucho xDDDDDDDDDDDDDDDD
Esos pobres pollitos cebados, y ese caballo que ahora cada vez que quiera comer se lo pensará don veces e_____e xDDDDD
Tu gata acabará tan loca como tú *_______*
Mi quiere a Ti, a ver si vuelves a la cibervida (L)